Hasta hace unos meses parecía obvio que nuestra sociedad avanzaba a grandes pasos, máxime en asuntos de comercialización, y la tecnología se había convertido en una herramienta imprescindible para incrementar el bienestar de las personas.
Lo que se ha llamado “estado del bienestar” impulsa a que si lo queremos mantener es más necesario cada día que las empresas y los emprendedores se enfoquen hacia ese fin, y entiendan la verdadera necesidad y la necesaria utilidad del uso de las herramientas de “tecnología de la información y la comunicación” (TIC). Y dentro de ellas, las conocidas como de “Business intelligence” (BI), que engloban a su vez a otras muchas: Big Data, Google Analytics, CRM, y un innumerable etcétera.
Desgraciadamente todo lo anterior prácticamente se ha roto. Lo anterior se ha convertido en una necesidad URGENTE como consecuencia de la actual pandemia del COVID-19. De hecho, muchos sectores de nuestra economía no han parado totalmente gracias a la utilización de las herramientas informáticas, y, por supuesto, se ha puesto de moda “obligada” el llamado teletrabajo.
Hoy en día, resulta del todo imprescindible aprovechar las herramientas al alcance de las empresas, puesto que el perfil de los usuarios-clientes ha cambiado como consecuencia de la llegada de la pandemia, y la utilización de los clientes de estas herramientas para realizar sus compras. Por tanto, las empresas y emprendedores que no utilicen estas herramientas estarán en clara desventaja con sus competidores que si lo hagan.
La utilización de estas herramientas se convierte en obligada, puesto que en la mayoría de los casos la relación personal no es posible. Al mismo tiempo, la utilización de las herramientas digitales no deja de ser un problema complicado para todos; micro, pymes o grandes empresas, pero también para los emprendedores, y para los usuarios, los consumidores.
Esta actividad es complicada por cuanto para que su utilización sea efectiva, son necesarias unas capacidades y unos conocimientos de los que las empresas y los emprendedores carecen en gran medida.
La solución es contratar los servicios externos que ayuden a la utilización de las herramientas TIC, o bien formar a los actuales trabajadores. En ambos casos se necesita de una financiación de la que, en muchos casos, las empresas tampoco disponen, si bien también es factible asumir bastantes herramientas TIC por poco dinero.
Uno de los cambios que ha producido el uso de las herramientas de TIC por parte de los usuarios es, precisamente, la puesta a disposición de toda la información (y más) que necesita un usuario para tomar una decisión de compra. Internet se ha convertido, de golpe, en el canal de compra y relación más utilizado, y esta aquí para quedarse. Muchas empresas tenían en sus planes la asunción de la digitalización, pero no la habían puesto en marcha. La situación actual ha hecho que entren sin ninguna excusa.
Por otra parte, el comprador ya no quiere que lo “avasallen” diciéndole lo que debe comprar, quiere que le informen y que le dejen tomar su decisión de manera personal y autónoma. Las influencias (los influenciadores o “influencers“) se los buscará él mismo. Por tanto, las empresas de cualquier tipo y/o sector, deben poner a disposición de los clientes la forma más fácil y rápida para comunicarse con ellos y ayudarles a que compren en nuestra tienda o empresa.
¿Que hacemos entonces? No nos queda más remedio que adaptarnos a los nuevos entornos, y actuar en consecuencia. Las innovaciones que en épocas pasadas generaban puntos de ruptura sobre el “estado del arte”, y que abarcaban varios años, se han manifestado con la llegada del COVID-19, y que incluso están suponiendo dos rupturas, que afectan a la comercialización y a los comportamientos de compra, en un solo año.
Aconsejamos pues, recordar a Derek Curtis cuando decía “Si cree que la formación es cara, pruebe con la ignorancia”, y ahora podríamos decir, “Si sigue creyendo que la tecnología es cara, pruebe a no utilizarla”.
Y tú, ¿Quieres Vender?