La alta estrategia se basa en la poderosa intuición del líder con la que tiene que transformar el campo de batalla. Y para ello, necesita saber implementarla y rodearse de un equipo perfectamente entrenado. Pero antes, él mismo debe sumergirse de lleno en un entrenamiento, mental, espiritual y corporal, que le permita partir de la más perfecta de las posiciones para poder ejecutar los movimientos que sean necesarios.
¿Cómo analizar la alquimia del nuevo líder? Los grandes pasos sólo se dan cuando hay una gran misión común; una idea común, vivenciada con alto entusiasmo y un elevado grado de compromiso y valentía, para estar dispuesto a realizar lo que sea necesario, tomando decisiones de manera consciente y responsable.
Porque no es lo mismo tener conocimientos que tener sabiduría. A una persona no se le valora hoy por lo que sabe, sino por lo que es capaz de hacer, por lo que es capaz de transformar. El líder del que hablamos, debe saber llevar a cabo acciones e inspirar a otras personas para que actúen de igual manera. Es necesario primero, tener una gran fuerza moral que le permita dar ejemplo cada día siendo coherente, además de valerse de esa intuición para trascender su nivel de pensamiento alejándose de la zona de confort ejecutivo para tomar decisiones desde un plano diferente al que se producen los problemas. Porque en un mundo complejo, las soluciones no pueden venir del mismo lugar en el que se han producido los conflictos.
Los grandes líderes tienen algo en común: el ejemplo. Esa fuerza moral que invita a que otros se comprometan con una misión común, soñada por todos. Leónidas combatía junto a sus propios hombres en las Termópilas. Teresa de Calcuta comía lo mismo que repartía a sus leprosos. Mandela incitó a un país de libertad multicolor, tras 30 años de encarcelamiento… Eran líderes ejemplares provistos de una gran fuerza contagiosa.
Hoy en día, la empresa se ha convertido en un eje vertebrador de la sociedad en sí misma y en todas sus vertientes. Por tanto, debe de dar respuesta a todos los retos que tenemos encima del mantel. Debe aportar “pensadores” que ofrezcan soluciones eficaces y contundentes, crear lideres que transformen la sociedad actual, como antaño hicieron intelectuales erigidos como la voz de la conciencia de la época que les tocó vivir.
Nos referimos al filósofo en la empresa del siglo XXI.
Las empresas, en estos momentos, se han convertido en instituciones con un poder en la sociedad como nunca antes había acontecido. Por lo que sus decisiones no son ajenas a la responsabilidad moral que tienen y que afectarán a su equipo directo, al resto de personas que conformen la organización que lideran y, de la misma manera, al resto del colectivo que recibe el impacto de sus decisiones. Llegarán con la misma precisión a lo que conocemos como stakeholders.
¿Están respaldados los líderes del modelo ejecutivo occidental, por esa fuerza moral? Dediquemos unos momentos a contemplar la situación global, con una mirada reflexiva…
En esta apasionante era que acabamos de descorchar, además de enfrentarnos a los consabidos cambios profundos y turbulentos, a los entornos oceánicos de competencia, a la tecnología, la interconectividad y la incertidumbre globalizada, como variables que se incorporan al management actual de forma ordinaria, debemos de tomar conciencia de la época histórica que estamos viviendo como protagonistas.
Por otro lado, a los movimientos críticos económicos de la década anterior, se ha añadido ahora otra crisis social de confrontación de bloques e ideología que hace replantearse hasta las fronteras más supuestamente estables tras la II Guerra Mundial.
Actuar en este contexto con un liderazgo anclado en una fuerza moral, significaría tomar conciencia y comprender con enorme empatía emocional la situación crítica que hemos descrito. Para después, desplazar el foco del paradigma del management basado en meros intereses económicos e instrumentales a modelos que pongan el foco en los valores humanos, los mismos que servirán a la humanidad y generarán una riqueza común. Y todo ello gracias a un ejercicio de la ejemplificación coherente que permita que nuevas masas de lideres empoderados lleven a cabo la transformación del modelo económico y social seguros, esta vez, de hacer lo correcto y desde una nueva consciencia, tomando, por fin, las necesarias decisiones contundentes y responsables, que les haga dignos de ser admirados y seguidos.
Artículo realizado por: Ofelia Santiago, fundadora y directora de Santiago Consultores Capital Humano, vicepresidenta y experta del Talent Great Team, y una de las Imprescindibles de ECOFIN.